Humor, erudición y referencias a la vida del Inca Garcilaso de la Vega marcan el pregón de Fernando Iwasaki

por | Sep 3, 2016 | Uncategorized

El escritor peruano Fernando Iwasaki pregonó la LXI Fiesta de la Vendimia Montilla-Moriles con un texto titulado «El Inca Garcilaso, guay de mojón en Montilla», en el que desde la primera línea provocó la curiosidad de los asistentes, con abundantes notas de humor que arrancaron las sonrisas del público que acudió al acto en las Bodegas Pérez-Barquero.

La 61 edición de la Fiesta de la Vendimia está dedicada a la memoria del Inca Garcilaso de la Vega. En su intervención el pregonero reveló cómo el cronista cusqueño –a diferencia de Góngora, Cervantes, Lope o Quevedo- no sólo jamás admitió haber bebido una sola copa de vino, sino que además se esforzó por demostrar que los indios de los Andes fueron un pueblo “sobrio, abstemio y continente”. Sin embargo, a través de sus lecturas, de los libros que escribió e incluso de las anécdotas y las expresiones utilizadas por el Inca en La Florida (1605), los Comentarios Reales (1609) y la Historia General del Perú (1617), Iwasaki fue demostrando con sólidos argumentos y risueña erudición cómo el Inca fue en realidad un bebedor refinado, un conocedor de los caldos de la campiña cordobesa y probablemente un pequeño bodeguero. Es decir, “un pedazo de mojón”, palabra con la que se definía en los siglos XVI y XVII a los catadores.

Algunos asistentes como José Antonio Cerezo, Manuel Ruiz Luque y Miguel Aguilar –que ejerció de presentador del pregonero- relacionaron el pregón con otros textos de Iwasaki como «Las bragas de Pitágoras» o «La polla de Cervantes», precisamente por la divertida erudición histórica y filológica que demostró durante la lectura de «El Inca Garcilaso, guay de mojón en Montilla».

Iwasaki también hizo referencias futbolísticas, sugiriendo que el Fútbol Club San Francisco Solano de Arequipa y el Club Deportivo Inca Garcilaso de la Vega del Cusco sean invitados al Estadio Municipal de Montilla para disputar un «clásico» de los Andes que se convertiría así en un «derbi» montillano.

El pregón concluyó con un brindis que el escritor peruano quiso compartir con los descendientes de los más de cien montillanos apadrinados por el Inca en el siglo XVI.