Bodegas Navarro acoge el acto de nombramiento de capataces de honor, de bodega y de campo y la tradicional ceremonia de la pisa de la uva y la bendición del mosto
Bodegas Navarro acoge el acto de nombramiento de capataces de honor, de bodega y de campo y la tradicional ceremonia de la pisa de la uva y la bendición del mosto
“En el corazón de algo grande. Así se presenta al mundo la zona Montilla-Moriles, el reino de la uva Pedro Ximénez”. Con esta afirmación de Carmina Leiva comenzaba anoche la 66 Fiesta de la Vendimia Montilla-Moriles, que en su retorno, una década después, a Bodegas Navarro resumió en un solo acto la tradicional pisa de la uva, el ofrecimiento del mosto a la Virgen de las Viñas y el nombramiento de los capataces de honor, de bodega y de campo.
En una edición marcada ineludiblemente por las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia y con la paradoja de celebrarse en una vendimia a punto de finalizar tras el acelerado inicio, Montilla se confirmó un septiembre más en la pasión por sus vinos, resultado del “incansable trabajo diario de los hombres y las mujeres que entregan su vida a la viña, la uva y la bodega”, como reclamó el alcalde, Rafael Llamas.
Ante la presencia de numerosas autoridades en el patio de la histórica bodega ubicada en el barrio del Gran Capitán, el Ayuntamiento montillano, el Consejo Regulador de la DOP Montilla-Moriles y la Hermandad de la Virgen de las Viñas pudieron renovar los títulos de capataces de la Fiesta de la Vendimia, nombrando una nueva terna de embajadores que adquirieron el compromiso de defender los generosos caldos de la tierra, al menos, durante los próximos 12 meses.
En esta ocasión, el título de capataz de honor recayó en el Diario Córdoba, en el año de su 80 aniversario. Rafael Romero, director de la cabecera decana de la prensa cordobesa, recordó que la historia del periódico durante estas ocho décadas es una historia asociada a Montilla y sus vinos desde el primer día.
“El primer anuncio que tuvo el periódico allá en 1941 fue el de una bodega de Montilla, la de Pérez Barquero”, expuso a modo de ejemplo de la presencia de los Montilla-Moriles en las páginas del diario, donde la corresponsalía de José María Luque, recordada por el director, sirvió durante varias décadas para fortalecer el tratamiento informativo de todo cuanto acontece alrededor de los vinos Montilla-Moriles.
La primera tarea del capataz de honor no fue otra que ratificar a sus capataces de bodega y campo. Antonio López, propietario de Bodegas El Monte en Moriles Alto, como capataz de bodega, y Alfonso Blancar, como capataz de campo al ser una de las voces más autorizadas de la zona en cuanto a paseras como trabajador de Bodegas del Pino de Montalbán, también recibieron el reconocimiento por una vida dedicada al mundo del vino.
Tras la entrega de distinciones, llegó el turno de los pisaores. Reviviendo la imagen más tradicional de la Fiesta de la Vendimia, la artesa se llenó, primero, de uva para acoger a continuación el baile clásico sobre la lagareta de Paco Guijarro y Juan Antonio Luque, de cuyas alpargatas estrujando la uva nació el mosto que las vendimiadoras Inmaculada Luque y Rocío Montoya ponían a la bendición de la Virgen de las Viñas.
Con el deseo compartido de recuperar para el próximo año el esplendor de esta fiesta, Rafael Llamas ordenaba el brindis final de una Fiesta de la Vendimia atípica, pero que pese a todas las adversidades, mantiene la esencia de saber querer a sus vinos como patrimonio milenario que son de la provincia cordobesa.